¿Es posible que la poesía refleje, sin renunciar al aliento que la define, los groseros inframundos de la existencia humana? Esta pregunta se adelanta a los primeros encuentros del lector con la poética de Pedro Juan Gutiérrez. Si la soledad es una presencia de principio a fin en este libro, la iracundia también.
La escisión del ser en Pedro Juan se resuelve en cólera e ironía, a partes iguales. Por esta palabra el autor se transmuta en otros, se sobrepasa, se autoburla, de ahí la fuerza de su peculiar manera de encarar la poesía, o mejor aún, lo que puede ser considerado también como antipoesía. Toda la líri ...